La ballena y el capitán Ahab
Dentro del océano, o del espacio interior, como suele llamarle Cousteau, nadan no sólo criaturas, sino también cantos. En el agua, el alcance de la visión es muy pobre, así que el mejor medio de comunicación es el sonido, mediante el sonido muchos mamíferos marinos se comunican y, gracias a las propiedades físicas del mar a ciertas profundidades, el canto de algunas ballenas puede oírse a cientos de kilómetros, es como si existiese una banda civil, o mejor dicho en nuestros días, una red de telefonía celular. De entre ellos el más estudiado es el que emite la ballena jorobada, cuyos cantos varían de océano a océano y de estación a estación. Numerosos son los científicos que intentan descifrar este código acuático para establecer si se trata de un lenguaje o no. Quizá, piensan los soñadores, son viejas canciones impregnadas de conocimientos o sabiduría antiquísima, y en su entendimiento está la llave hacia un mundo desconocido y vasto.
Hace algunos años, Estados Unidos lanzó al espacio una sonda cuyo objetivo es viajar a través de la galaxia transmitiendo continuamente información, como carga lleva un disco compacto. Este disco contiene datos sobre la ubicación de nuestro planeta en la Vía Láctea y gran cantidad de fotografías de ciudades, bosques, desiertos, rostros de gente de todas las razas. Si las onda llegara a tener comunicación de cualquier tipo con seres inteligentes, sabrían dónde estamos y cómo somos y, tal vez, podrían entender el mensaje de presentación, que ha sido grabado en el disco en los idiomas más hablados, o el canto de la ballena jorobada, incluido en el disco. Así, la voz de la ballena toma un matiz profético, recordemos su concepto simbólico: comprendelos contrarios de la existencia cósmica, por encontrarse en la intersección de los círculos del cielo y de la tierra.
La ballena, al pairo, surca la noche y el espacio entre pequeñas estrellas, después vuelve a zambullirse entre leyendas y mitos. Roland Cat la ha visto, como también vio a una pareja jugando con su ballenato al lado del Arco del Triunfo; Les voyageurs, tituló a la obra.
Spitzberg y Nantucket son dos nombres famosos en la historia de las ballenas, desgraciadamente, en la historia de su caza. A principios del siglo XVII en las costas del Spitzberg, los holandeses construyeron estaciones para despedazar y procesar la carne y el aceite de las ballenas; en estas ciudades, durante la estación de caza, existían comercios, almacenes, posadas y, en algunos casos, hasta iglesias. Cuando la temporada terminaba,quedaban totalmente desiertas como ciudades fantasmas. Corre el año 1712, Nantucket no es más que un simple pedazo de tierra costera sin recurso ni valor alguno,un ballenero empujado por las ráfagas de aire queda en medio de una manada de cachalotes. Los cazadores de ballenas o se atrevían a matar este tipo de cetáceo porque poseían grandes dientes. Las manadas de cachalotes podían llegar a cientos de individuos, los marineros decían que su organización era militar: si el jefe se sumerge, todos se sumergen; si ataca, todos atacan. Por esto, cuando un barco ballenero se topaba con cachalotes huía rápidamente. Pero ese día de 1712, el capitán del barco decide atacar a un cachalote, del encuentro sale victorioso y remolca al animal a la costa, en un pueblo llamado Nantucket. En menos de 60 años Nantucket se convierte en el puerto ballenero americano más importante, y en el primer puerto que caza cachalotes, cuyo aceite era de una calidad superior al de las otras ballenas.
La vida en el buque era muy dura, solamente el capitán y los oficiales disponían de un lugar cómodo y seco para dormir, los demás sufrían hacinamiento, frío y humedad. Para matar el tiempo, la mayor parte de los dos o tres años que permanecían en un barco, los marineros tallaban o dibujaban con tinta, en los huesos y los dientes de las ballenas, escenas de la persecución y de la caza. Estos objetos se conocían como scrimshaws y algunos llegaban a valer considerables sumas de dinero.
De aquí en adelante comienza la más devastadora y sangrienta cacería hecha por el hombre sobre un animal. Cientos de ballenas son víctimas de los barcos balleneros que cada día incorporan novedosas y más destructoras técnicas de cacería. Los balleneros sin escrúpulos saben que primero hay que arponear al ballenato, para obligar a la madre y al padre a quedarse junto a él mientras muere, luego será arponeada la madre y, al final, el padre. Flotas de varios países,como Japón, la URSS y Noruega,se lanzan al mar en busca de ballenas sin importar su edad, sexo o especie. Lo que en los albores de la Edad Media significaba toda una aventura romántica para los vascos (primeros cazadores de ballena se inventores de todas las técnicas de despiece y conservación) se convierte en una actividad comparable a la de un vulgar rastro.
Este frenesí irracional de destrucción en contra delos gigantes del mar, sólo acarreará daños irreparables, y probablemente hagan de la Tierra, cada día, algo más parecido al Infierno.
Entonces los scrimshaws normales y compactos serán el pedazo de cielo que arrebataremos antes de morir, como el barco del Capitán Ahab: «... y el cuerpo entero atorado en el banderín de Ahab, se hundió con su barco, el cual, igual que Satanás, no quiso hundirse en los infiernos sin llevarse consigo un trozo de cielo, para cubrirse, a guisa de yelmo» .