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Quema de brujas

Millones de dólares se gastan cada año para combatir un enemigo invisible a simple vista. El minúsculo criminal ha logrado quitar el sueño, de alguna manera, a gran parte de la humanidad. En él se ve el castigo de Dios a las inmundicias e inmoralidades de nuestra sociedad. Por otro lado, es el yugo de «razas inferiores», como los negros, ya que algunas versiones aseguran que el origen de esta pesadilla proviene del apareamiento entre un negro y un simio. Este paladín acaba con homosexuales, negros y drogadictos; algo realmente caído del cielo para ciertos sectores de la sociedad y algunos intereses nacionales. Es el mismo Diablo de la Iglesia medieval. Se ha llegado a pensar que es un invento de alguna de las potencias debido a su perfección al atacar a un humano. De cierta manera, conjuga lo bueno y lo malo, como un Abraxas moderno.

Pero en realidad, ¿quién es este enigmático personaje que en tan poco tiempo ha ganado más fama que nadie, llamado invento, limpiador de la sociedad, enviado del Señor? Se trata de un virus, un retrovirus para ser exactos. Está formado de una hebra de ARN (donde reside su información genética) cubierta por proteínas. Eso es todo, simple en realidad. Ataca las células defensoras del organismo y las destruye inhabilitándolo para defenderse hasta de un catarro. Estrictamente, no es el causante de la muerte.

 

Ciertas características lo hacen un ser muy especial. Mientras espera el momento de atacar no se reproduce, no respira, no come, no se mueve, hasta se le puede cristalizar sin dañarlo. ¿Está vivo? Para llenar los requisitos de vida celular se necesita tener genes, una membrana cuya función es controlar el intercambio de materia y energía entre el interior y el exterior y poseer maquinaria metabólica para llevar a cabo los procesos de obtención y uso de energía (crecimiento, respiración, etc.). Nuestro enemigo sólo cumple con el primero. Entonces no está vivo, mas no está muerto. El concepto de matar no embona con la realidad: matar lo no vivo, ¿cómo? Esto, de cierta manera, nos recuerda aquellas películas de horror en las cuales el personaje no está vivo, pero ataca para continuar en ese estado: el de no vivo. Drácula es un buen ejemplo.

 

Curiosas coincidencias entre el SIDA y los vampiros: erotismo, sangre, escandalización de la sociedad. Contra ninguno, una vez que tocan la sangre, hay cura. Uno ataca de noche y el otro es invisible. Ambos causan la muerte indirectamente.

 

Hoy, como en la Edad Media, seguimos quemando brujas. 

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